El 28 de diciembre, es el día de los Inocentes. No obstante, ese día entró en vigor la Ley del Sector Eléctrico (Ley 24/2013, de 26 de diciembre), publicada en el BOE en fecha 27 de diciembre de, éste ya moribundo, 2013.
Para hacernos una idea de la relevancia de dicha Ley, modifica la Ley del Sector Eléctrico, en vigor desde hace 15 años (Ley 54/1997, de 27 de Noviembre), así como la ingente normativa surgida a raíz de dicha Ley.
La antigua Ley del 97, surgió para complementar el proceso de liberalización en el sector eléctrico, el establecimiento de un mercado organizado de la energía y la reducción de la intervención pública en la gestión del sistema eléctrico del Estado Español.
Es curioso leer en la exposición de motivos de la nueva Ley del Sector Eléctrico, que ésta surge motivada fundamentalmente por “la acumulación, durante la última década, de desequilibrios anuales entre ingresos y costes del sistema eléctrico y que ha provocado la aparición de un déficit estructural”.
¿Qué significa esto?
Según la Ley, “las causas de ese desequilibrio se encuentran en el crecimiento excesivo de determinadas partidas de costes por decisiones de política energética, sin que se garantizara su correlativo ingreso por parte del sistema. Todo ello agravado por la ausencia de crecimiento de la demanda eléctrica, fundamentalmente consecuencia de la crisis económica”. En fin, para empezar, se está hablando de una década de desequilibrios entre lo que pensaban ingresar y lo que realmente se gastaban, cómo no agravado por la crisis económica (que si no recuerdo mal, podemos datar alrededor de finales 2007-principios 2008; de los 16 años de vigencia de la Ley del 97, los últimos cuatro la han acabado de fastidiar). La situación de desequilibrio a día de hoy, ha llegado al punto en que la deuda acumulada del sistema eléctrico supera los 26.000.000.000 € (veintiséis mil millones de euros), el déficit estructural del sistema alcanza los 10.000.000.000 € (diez mil millones de euros), vamos que el sistema eléctrico español está en claro riesgo de quiebra.
Lo que pasó, además de lo anterior, es que la electricidad de los hogares se convirtió en un producto financiero. Me explico. En las subastas eléctricas – conocidas en la jerga como Cesur- se hace una subasta virtual, en la que no se puja por la energía sino por el precio. Allí los intermediarios (Bancos, fondos de inversión, empresas) fijan un precio al que se comprometen a suministrar la electricidad durante los siguientes tres meses. Luego la comprarán en el mercado diario, que sí fluctúa, y que se lo venderán a las comercializadoras, que son divisiones de las grandes eléctricas, al precio que fija la subasta. Estas filiales, a su vez, la trasladan a los consumidores a este precio.
¿Cómo se gana dinero con la electricidad?
Los intermediarios (Bancos, fondos de inversión, empresas…) apuestan sobre cuánto va a valer la electricidad el próximo trimestre y ese es el precio que pagamos todos los que consumimos luz eléctrica. Si después el mercado eléctrico diario resulta más bajo que el precio de la subasta que adquirieron los intermediarios, el precio de la subasta va a ser superior a dicho precio diario, y la diferencia es beneficio en euros. Si por el contrario el precio diario es superior al fijado en la subasta, entonces pierden los intermediarios.
Según datos de la web del OMIE (la empresa que organiza la subasta), de los 18 trimestres con subasta, 16 han acabado con beneficios para los intermediarios (entre los que están Morgan Stanley, Goldman Sachs, Royal Bank of Scotland y Deutsche Bank). De media, la diferencia entre el mercado al que compraban la electricidad y el precio al que pagaban los consumidores ha sido del 17%.
Un ejemplo, el pasado abril la subasta Cesur dio un precio de 45,41 euros por megavatio hora (MWh). La media del mercado eléctrico en Semana Santa fue de 18,17 euros. Es decir, que los intermediarios, los que invierten en este negocio, compraron a menos de 20 y vendieron a 45 euros a las comercializadoras, que a su vez la vendieron a ese precio (45 €) a los consumidores.
Buen negocio, y además el Gobierno gastándose en infraestructuras eléctricas más dinero del que iban a ingresar.
Y con todo esto, en estos últimos días, se anula la subasta, el Gobierno establece una subida del 2,3% para el primer trimestre de 2014, por lo que la finalidad de la Ley del Sector Eléctrico, de no intervención pública en el sector eléctrico, ya está incumplido. No se sabe cuánto será el coste definitivo, pues el Gobierno diseñará el nuevo método tarifario en estos tres meses. Se aprueba la nueva Ley del Sector Eléctrico que ya nace muerta, pues prevé una serie de mecanismos automáticos de ajuste para subir los peajes si aumentan los costes, con el objetivo de evitar así la generación de ese déficit.
Todo ello, junto con la reciente sentencia del Tribunal Supremo, de fecha 16 de diciembre 2013, en la que el Supremo confirma que las eléctricas deben asumir el déficit tarifario, al dominar el sector y haberse beneficiado de los Costes de Transición a la Competencia, y la no desdeñable denuncia de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) contra las compañías eléctricas ante el Fiscal General del Estado por el delito de “maquinación” en el precio de la electricidad, nos hace creer que no es casualidad que la nueva Ley del Sector Eléctrico entre en vigor el día de los Inocentes.
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