«HAZTE BANKERO. Desde 1.000 € tú también puedes ser Bankero. Participa en la oferta pública de Bankia, una oportunidad única de formar parte de una entidad líder, con 272.000 millones de euros en activos totales. Juntos haremos la nueva banca. Infórmate en bankia.com. BANKIA. EL PRIMER BANCO DE LA NUEVA BANCA».
Así rezaba la publicidad repartida por doquier, de la flamante salida a bolsa de BANKIA, por julio de 2011. Una entidad bancaria que según reza el Resumen Folleto OPS (Oferta Pública de Suscripción de Acciones) «Bankia es el primera entidad financiera en términos de activos totales en España con unos activos totales consolidados proforma a 31 de diciembre de 2010 por importe de 292.188 millones de euros».
De entrada apetece formar parte de la familia Bankia, que si el primer banco de la nueva banca, que si entidad líder con millones de euros en activos. Si además de ello, cada vez que vas a la entidad bancaria para cualquier gestión, te adulan, te miman, te quieren asesorar lo mejor para ti y tu familia, con un más que insistente interés en la rentabilidad de sus ahorros, y la gran oportunidad que está delante de ti, la gran oportunidad de formar parte del «primer banco de la nueva banca», pues la verdad, apetece.
El producto a comprar son acciones,cuya definición implica RIESGO, aquí puedes encontrar la definición de la CNMV, un riesgo que se circunscribe a que «la rentabilidad de las acciones no se conoce en el momento de su adquisición porque depende de la marcha de la empresa y de las variaciones de su precio en el mercado (bolsa)», por dicho motivo, muchos pensarán que no pueden ir a la entidad y decirles que las acciones que compraron en su día les ha llevado a perder 98 % de su inversión, pues compraron acciones y sí que sabían lo que eran acciones. Quién no ha tenido acciones de Telefónica, o del Santander (que te endosaron cuando te hipotecaste con el Banco). No se trata de Participaciones Preferentes y Obligaciones Subordinadas, que tenían un plazo perpetuo de inversión, que no podían vender pues no había comprador. No son productos financieros complejos, todos más o menos, conocen cómo funcionan las acciones que cotizan en la Bolsa. Otra cosa muy distinta, es que tu operes en bolsa con asiduidad, que tengas un perfil inversor minorista o profesional. Y sobre todo, por qué compraste en julio de 2011, acciones de Bankia. Esa es la pregunta.
El derecho ampara los contratos entre las partes, por el principio de «pacta sunt servanda» que ya expliqué en un post anterior, los contratos hay que cumplirlos, ahora bien, siempre y cuando existan tres elementos fundamentales para que sea plenamente eficaz, y entre estos elementos, figura el consentimiento en el momento de firmar el contrato. Lo que estabas firmando, en julio de 2011, eran acciones de un Banco líder en millones de activos y con un futuro muy interesante, un Banco que ocultó la verdadera realidad de cómo se encontraba la entidad que poco después tuvo que ser rescatada y que un año más tarde declaró pérdidas por más de 2.979 millones de euros.
Frente a esa solvencia que vendían al contratar las acciones se ocultaban los verdaderos números de Bankia, que cómo después se demostró necesitó ser rescatada. Bankia emitió una serie de informes de las cuentas trimestrales con el visto bueno de la auditora DELOITTE. Pero DELOITTE no advirtió algo que bien sabía, y es que Bankia no tenía capacidad de generar beneficios y, por ende, de dar dividendo a los futuros inversores en acciones de Bankia. Y es que DELOITTE, además de la auditoría, hacía servicios de asesoramiento a la entidad financiera.
Si eres accionista de Bankia, sin ningún pesar puedes demandarlos por nulidad contractual, al existir vicio por error en el consentimiento al adquirir las acciones que tan insidiosamente te asesoraron y recuperar tu dinero.
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